El aprecio por la antiguedad

Emilio Daboub Sánchez es el Gerente General de Plásticos Modernos, una empresa que fue fundada hace 50 años por su papá Emilio Daboub Leal. Recibió de manos de su madre la administración de la fábrica 14 años después de haber fallecido su padre, fundador de la empresa.

El liderazgo de Emilio Daboub tiene una característica muy particular, su especial aprecio por los trabajadores que tienen mucha antigüedad, en este sentido, no permite decisiones apresuradas en las que uno de ellos vaya a ser despedido. 20 años después de haber llegado a la fábrica reflexiona sobre esta decisión que hace más compleja la labor de los jefes en la empresa.

 

Su relato es el siguiente:
Cuando vine a trabajar a Plásticos Modernos, 14 años después que había fallecido mi papá, me encontré muchos trabajadores viejos que yo conocía y con los que platicaba cuando venía de visita. El aprecio por la antigüedad es algo de intuición, que para mí quiere decir experiencia. Si a un empleado que ha trabajado muchos años se le respeta y valora su antigüedad, el empleado nuevo siente que no está tirando esfuerzos al aire.

En general, todo nuevo jefe llega y cambia todo el personal y comienzan de cero. He visto fusiones de empresas (tomas hostiles) en las que vienen los nuevos accionistas, limpian a todo el personal y ponen nuevos trabajadores. Esas tomas agresivas van llenas de rencores y generan luchas internas e intrigas. Hay muchas historias de fracasos en esas tomas agresivas o compras hostiles.

He observado que cuando la empresa está pasando por una situación adversa, los empleados viejos lo sienten como algo personal y buscan como las cosas se solucionen, buscan que haya acuerdos, entendimientos. Si es una lucha que está sucediendo con el sindicato y la gerencia, los empleados viejos buscan que esas dos partes se entiendan, si el problema es con el mercado o con circunstancias externas, los empleados viejos siempre están dispuestos a hacer sacrificios y dan un paso adelante, dicen: “aquí estamos, en qué podemos servir, cómo podemos apoyar”, porque se apropian del problema.

Cuando contratamos nuevo personal, con nuevas habilidades, que vienen de nuevas escuelas, revigoriza a los viejos, los inyecta, porque los empleados viejos llegan a una zona de comodidad. Cuando viene personal nuevo con nuevas técnicas y los empleados viejos se sienten apreciados y seguros en su trabajo, la mayoría de ellos dicen: “veamos, probemos esto” y entonces es revigorizante.

En Plásticos Modernos, cuando el personal ya está muy viejo para trabajar, pasan a hacer trabajos más suaves, todavía se quedan y continúan ayudando; a nivel de alta dirección se vuelven como senior, como consejeros, y a nivel más bajo de la estructura se vuelven vigilantes de la integridad de la empresa. Ellos siempre están dando consejos, “no se metan, no hagan esto, tengan cuidado”. Hay ciertas cosas que ellos saben, que no es de habilidad sino que es de experiencia y hay que mantener esa experiencia y tenemos que cumplir la promesa de que somos familia. En las empresas se habla de que somos equipo, somos familia, y si sólo lo decís y no lo demostrás, entonces ni los nuevos van a confiar.

Conozco muchos de los trabajadores viejos y recurro a ellos para organizarme en la empresa, me ha funcionado y creo que le funciona a todas las otras nuevas generaciones. Cualquier persona nueva que viene tiene que agarrar la antorcha, tiene que recibirla y ese traspaso de la antorcha implica períodos largos. La empresa se hace cargo de las nuevas adquisiciones, nuevo personal y acompaña hasta su retiro a los viejos que quedan haciendo una función social hasta que se retiran definitivamente con su jubilación.

Las empresas tienen que renovar aprovechando los nuevos conocimientos de las escuelas de administración, tecnología, informática, electrónica, mecánica, recursos humanos, mercadeo, etc., para que los empleados que ya están cómodos, pero que conocen bien el “teje y el maneje” se reeduquen. Ahorita estamos en una nueva reeducación, estamos adquiriendo nuevo personal, nuevas técnicas, pero siempre conservando al viejo personal y capacitándolo con las nuevas escuelas.

Creo que pensar que el equipo de trabajo no es familia es deshumanizante. Pienso en la Leticia, Jorgito, Chepito, doña Adela la esposa de Vaquita; me gusta verlos, platicar con ellos y contarles cómo va la empresa, oírlos. Leonardo es un operador que ya no puede seguir operando, entonces ahora él es entrenador de operadores pero en unos meses se retira; tiene 30 años de estar aquí. El aprecio a los viejos es estratégico para crear un buen clima laboral, es un ingrediente positivo del clima de trabajo, que la gente sepa que si ha puesto parte de su vida, es parte de la empresa siempre, no como una pieza de una máquina que la desechamos.

Aquí si alguien comete un error se busca enmendarlo, reponer el daño y corregirse, más con los antiguos. En lugar que adoptar una posición moralista lo vemos como un problema social, en el que lo adecuado es atender al sujeto y su raíz, abordarlo. Con esta práctica, se ha observado que  las fallas no se han incrementado. Si moralizamos este asunto desmoralizamos la empresa, si vengo con un dedo señalador y una voz moralista, desmoralizo la empresa; en cambio, si le damos un tratamiento, no se empeora la situación, dejan de hacerlo, se sienten más comprometidos, se vuelven más honestos que los demás. No recuerdo ningún caso de reincidencia en que haya habido necesidad de retirar al trabajador, generalmente las personas rectifican.

En resumen, esto de los empleados viejos es un ingrediente más para crear un buen clima de trabajo, asegurar el efecto de la continuidad y asumir una responsabilidad social y liderazgo empresarial humano.